Decía Daniel Goleman, psicólogo, periodista y autor de “Emotional Intelligence” (1995) que, el cerebro emocional, existió mucho antes que el racional. En el mundo empresarial es un espacio, dónde ahora nos estamos dando cuenta de esta realidad y gracias también, al trabajo de profesionales como Gemma Garcia Godall, fundadora y CEO del instituto de inteligencia emocional.
¿Qué es para ti la inteligencia emocional?
Para mi es definitivamente la base de todo. En el Instituto de Inteligencia Emocional definimos la inteligencia emocional como la habilidad de conectar, entender y gestionar nuestras propias emociones y también así las emociones de las demás personas que tenemos en nuestro entorno.
Este paraguas incluye diversas habilidades concretas como por ejemplo, el autoconocimiento, la autogestión, la toma de decisiones coherentes y reflexivas evitando la impulsividad descontrolada, la gestión del cambio, la escucha, la empatía, la comunicación asertiva y algunas otras más.
Algunas personas se desarrollan ya con una inteligencia emocional natural, otras la pueden desarrollar sin gran dificultad si se lo proponen. Y ésta tiene un impacto espectacular y directo en la vida de cada persona, si eres emocionalmente inteligente vas a ser mucho más feliz, mejor profesional, mejor padre/y madre; en definitiva, mejor persona.
¿Llegaste a imaginar alguna vez que acabarías dedicándote a las personas?
Realmente no, pero ahora sé que era mi destino. Yo era una joven con mente numérica, me encantaban las matemáticas, la perfección… luego me empezó a gustar la economía, los gráficos que explican en números, variables y datos una realidad compleja. Seguramente por imitación a mi padre, que es empresario, y la admiración por los gráficos, estudié en ESADE empresariales. Disfruté mis primeros años de carrera profesional como auditora en una de las big four y luego directora financiera en una multinacional japonesa. Disfrutaba cuadrando balances, me generaba una gran satisfacción. Increíble ¿no?
«Me di cuenta que lo que realmente me motivaba, eran las personas, como lo fueron en su momento los números que ahora se habían convertido en aburridos y monótonos»
Dentro de los números y datos me sentía segura, fué al cambiar mi rol profesional y coger una responsabilidad más amplia, que abarcaba también Recursos Humanos y el Área Comercial, cuando entendí que como seres humanos no siempre todo cuadra. Somos diferentes, tenemos matices, que en un entorno profesional las decisiones, las motivaciones y la confianza o no en una persona o empresa no son siempre 1+1=2, y eso sin duda me fascinó.
Soy muy curiosa y quiero entender todo, debido a ello y ya con 30 años, empecé a descubrir este mundo y a formarme en ello. En la empresa familiar aprendí a gestionar mis emociones y las dinámicas de la familia-empresa. Construimos un un gran equipo y crecimos muy rápido hasta llegar a ser 400 personas en la organización y juntos, llegamos a liderar el mercado español en nuestro sector. Con 34 años fui nombrada Directora General de la empresa de servicios financieros que luego ya dejó de ser familiar para ser participada por un capital riesgo.
Todo ello fue un aprendizaje práctico brutal y la maternidad en paralelo hizo el resto. Marina y Edu que ahora tienen 16 y 14, se convirtieron y lo son todavía, mi gran escuela de emociones.
Cumplidos los 45 años, me di cuenta que, lo que realmente me motivaba eran las personas como lo fueron en su momento los números que ahora se habían convertido en aburridos y monótonos. Acompañar a alguien en su formación, crecimiento y descubrimiento de su potencial y ver su evolución, aprendizaje y satisfacción cuando transforman su realidad. Lo había estado haciendo en esa organización durante 14 años, creando un equipo profesional con una calidad personal ejemplar y quise seguir haciéndolo pero desde mi propio proyecto.
Llega un momento en el que decides dar un cambio a tu trayectoria profesional y decides formarte. ¿Como sucede esa transformación y por qué motivo?
Mi curiosidad por seguir aprendiendo y formarme hizo que en 2015, decidiera salir de la empresa y irme a Los Angeles al EIDI (Emotional Intelligence and Diversity Institute) dónde descubrí su metodología práctica y muy potente para equipos, Me propusieron traerla a España y así lo hice. Encontré el sentido del camino recorrido, de tanto esfuerzo y de tantos aprendizajes.
«Imagina todo lo que las personas serían capaces de hacer si resolvieran todos los frenos internos, supieran gestionar sus miedos y potenciar sus ilusiones»
En este viaje descubrí que había sido una persona desconectada de mis emociones durante mucho tiempo, los equipos con los que trabajé me enseñaron a valorar los detalles y los momentos de felicidad que todos podemos vivir en nuestro trabajo diario. Ahora acompaño a personas, equipos y organizaciones en este viaje. ¡Todo lo que no tiene emoción me parece aburrido!.
También trabajaste para la empresa familiar dónde te encuentras con la tarea de gestionar a la vez, el trato profesional y personal. Con tu experiencia, qué recomiendas a quien se pueda encontrar en este tipo de situación?
He aprendido que no podemos separar lo profesional y lo personal. Somos un ser integrado y cada uno de nosotros tiene un único corazón. No nos podemos separar en dos y ser mitad profesional y la otra mitad persona, todo converge, si tu no estas bien en lo personal contigo mismo o con alguna persona en la oficina nunca podrás desarrollar todo tu potencial. Imagina todo lo que las personas (y equipos) serían capaces de hacer si resolvieran todos los frenos internos, supieran gestionar sus miedos y potenciar sus ilusiones. Cuando un equipo tiene las emociones sanas y bien gestionadas es realmente imparable y super eficaz
Cuando creas el Instituto de Inteligencia Emocional, como proyecto propio como te llena a nivel profesional y/o personal?
El IIE es una aventura nueva para mi, personalmente es un reto porque siempre he trabajado en multinacionales y con equipos grandes. Esto es realmente un cambio muy importante en mi vida, es un proyecto modesto pero muy ambicioso a la vez, habiendo experimentado lo que es la dirección general y la gestión de equipos estoy convencida de que en las organizaciones exitosas no pueden liderar sin la habilidad básica de la gestión emocional. Lo digo siempre, liderar personas sin ser emocionalmente equilibrado es como conducir sin carnet, puedes hacer mucho daño y a la vez, nunca serás capaz de dar lo mejor de ti y de tu equipo a la organización.
«No nos podemos separar en dos y ser mitad profesional y mitad persona, todo converge»
Liderando el Instituto de Inteligencia Emocional siento que estoy aportando valor a las organizaciones, a las personas que están en ellas. Hay mucha infelicidad dentro de las empresas y si tu pasas 8 horas mal en la oficina, ¿Cómo llegas a casa? ¿Qué energía te queda para tu pareja y/o tus hijos? Los niños son los grandes perjudicados de tener empresas enfermas. En el IIE veo el impacto positivo que tienen nuestras intervenciones en las personas, en su felicidad y eso me llena.
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