Por Gabriela Boldó Prats
Consultora especializada en estrategia jurídica a partir de la Gestión Emocional del Conflicto Jurídico (GEC)
Los juzgados estan colapsados, ahora más con las huelgas, y los ciudadanos siguen buscando en la justicia soluciones que esta no les pude dar.
He estado 15 años como jueza y he visto de todo. El cumplimiento de las leyes y los procedimientos judiciales no tienen nada que ver con nuestra naturaleza humana. Hoy la gente recurre a la justicia porque se encuentran en situaciones límite y necesitan, más que nunca, humanidad.
Mi vocación es acompañar a los demás a encontrar las estrategias adecuadas para afrontar los problemas jurídicos con bienestar, sin crispación, de acuerdo a sus necesidades y sentimientos.
De pequeña pensaba que ayudar consistía en saber quien tenía la razón, quien era el bueno y quien el malo y GANAR. Actualmente, tras mi largo ejercicio profesional como jueza, mi visión es mucho más TRANSVERSAL Y HUMANA. No se trata de saber quien tiene la razón, se trata de ACOMPAÑAR Y ESCUCHAR las NECESIDADES de los demás.
A medida que te pones la toga vas aprendiendo a convivir con el vértigo, te familiarizas con el método y posiblemente tienes dos opciones: elegir funcionar en automático o pensar fuera de la caja para encontrar soluciones creativas/adecuadas para cada caso.
Os plantearé tres casos que posiblemente os incomodarán.
- Si una persona enferma decide casarse con otra porque es la única que la besa, que la atiende y la acompaña en las noches oscuras, pese a que es consciente de que esa persona pueda tener también algún interés en su dinero, ¿tiene sentido analizar si es un matrimonio de conveniencia para “protegerle”?
- ¿Podemos acordar la esterilización de una persona con discapacidad intelectual sin su consentimiento? Desde el 18 de diciembre de 2020 no es posible. ¿Qué ha pasado con las mujeres con discapacidad intelectual que se esterilizaron sin su consentimiento, por ejemplo en noviembre de 2020? La ley es cambiante, a veces estamos conforme y otras disconformes. Cuando la aplicamos decidimos e impactamos en las personas a partir de un hecho concreto de su vida, que las afectará para siempre.
- Una petición de orden de alejamiento de una madre respecto a su hijo porque él tiene problemas de toxicomanía y le pone la navaja en el cuello para pedirle dinero para la droga. La madre no quiere el alejamiento, quiere que su hijo se desintoxique. ¿Qué es lo correcto, lo adecuado?
Os podría relatar un sinfín de situaciones parecidas que pasan por los juzgados a diario y que demuestran que vivimos en dos realidades distintas: una de etiquetas y otra de necesidades.
De este bagaje surge mi proyecto: Escuchar a la víctima en un espacio seguro y neutro para que exprese su malestar, identifique sus sentimientos y necesidades y pida claramente lo que necesita.
Es importante parar, respirar, escuchar, entender…
Las personas tienen derecho a ser comprendidas, a tener un espacio donde pensar cómo quieren resolver el conflicto en el que viven. Tienen derecho a una restauración emocional del conflicto jurídico, es decir, gestionar emociones para identificar su necesidad y entender qué necesitan hacer en la situación que están transitando.
Es imprescindible que puedan pensar con claridad antes de entrar en el proceso judicial.
Por ello, es necesario usar la inteligencia emocional también en el mundo jurídico para ofrecer proximidad y humanidad a nuestra sociedad. Desde esta visión podemos rebajar la crispación social, evitar automatismos y empoderar a la ciudadanía hacia una sociedad más pacífica, consciente y responsable.
El derecho a ser escuchado y comprendido pasa por reflexionar sobre nuestras propias emociones y necesidades. Valorar si mi petición tiene respuesta en la mediación o en los tribunales… Pensar para descongestionar, descongestionar para reparar.
Antes de iniciar un proceso judicial que no sabes dónde te llevará, conecta contigo para entender qué necesitas. Si necesitas ayuda y orientación para ello, ¡no dudes en contactarme!
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