Todavía hay quien piensa que sólo el hecho de hablar de emociones es ser blando, que pierdes el foco, que es incluso innecesario. Sin duda hay un gran desconocimiento del impacto directo que la gestión emocional tiene en la cuenta de resultados.
El psicólogo norteamericano Daniel Goleman, refleja en su libro ‘Emotional Intelligence’ los resultados de un estudio sobre las ventajas de aplicar la inteligencia emocional en la empresa.
Dicho estudio, se realizó entre 600 compañías de Estados Unidos pertenecientes a más de 20 campos productivos y dejó como resultado, un conjunto de prácticas comunes entre las compañías que han incorporado los fundamentos de la inteligencia emocional que repercute en sus resultados como, por ejemplo:
- Equilibrio entre los aspectos humanos y financieros de la organización.
- Estimulación permanente a la mejora de los procesos, que repercuten en la mejora de resultados, dando sentido al esfuerzo y entendiendo los errores como parte del aprendizaje.
- Innovación permanente: cada tarea puede ser mejor la próxima vez o tal vez diferente, lo que requiere flexibilidad mental y apertura.
Un conflicto no resuelto puede repercutir negativamente en los resultados de tu organización.
Como se demuestra en este estudio, por suerte, hay organizaciones que cuidan de su filosofía corporativa pero también hay otras que, no solo no lo cuidan, sino que además están enfermas. Que esta realidad sea de un tipo u otro depende directamente, de cómo sea el líder que lleva el timón. Conociendo al CEO de la compañía, desde el iie podemos hacer un diagnóstico bastante acertado de la salud emocional que hay en la organización.
Nosotros trabajamos con empresas muy profesionalizadas en general donde nos encontramos a gente muy preparada y de alta cualificación que, viven con intensidad su día a día, tanto para bien como para mal. Lo más habitual que sucede con equipos con gente muy inteligente, preparada y con muchas ganas es que haya conflictos no resueltos entre sus miembros. Y según la capacidad de gestión de éstos que tenga el líder, el resultado puede ser una mejora constante o un bloqueo y ralentización de toda la actividad.
El desgaste de energía y recursos que genera es enorme. Debemos aprender a gestionar el conflicto de forma creativa, ya que de dichas situaciones podemos generar muchísimo valor, si lo sabemos gestionar de forma sana.
En uno de nuestros clientes, al que sólo íbamos para hacer una dinámica de grupo anual para regenerar energía, rápidamente nos dimos cuenta que había un conflicto interno dentro del equipo. Dos personas ni se hablaban y el propio líder del equipo no lo sabía. En un entorno como el actual, de alta exigencia y constantemente cambiante, un equipo no puede funcionar bien cuando hay estas disfunciones. Practicando herramientas básicas como la escucha, la comunicación no violenta y el feedback, pudimos reorientar el conflicto y llegar a acuerdos que permitieron al equipo integrarse y funcionar de nuevo alineados.
Siempre transmitimos a los líderes de los equipos, que la gestión de personas es un arte y la inteligencia emocional, un ingrediente imprescindible para que podamos ver los resultados y lo más importante ¡disfrutarlo!
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