Desde mi formación en empresariales en ESADE, mi sueño fue llegar algún día a una posición de dirección, cuando finalicé mi carrera, mi objetivo era llegar a ser directora financiera de una empresa multinacional, después de mucho trabajo y esfuerzo llegué al puesto soñado y empecé a darme cuenta que los aprendizajes de la universidad no eran suficientes para lidiar con mi mayor reto, la gestión del equipo… De golpe yo era la “jefa” de un equipo de 6 personas, empecé dando órdenes y no entendía porque nadie me hacía caso… y a partir de allí inicié mi camino de entender el mundo interior de las personas, de entender que cada uno tenía sus diferentes motivaciones y motivos para estar allí trabajando, que mi equipo no tenía por qué compartir mi objetivo ni mis ambiciones, solo por el hecho que yo era la jefa… allí recibí mi primera formación en Inteligencia Emocional, y descubrí un mundo totalmente nuevo, el mundo de las emociones, las mías propias y las de los demás, y me di cuenta que nadie puede liderar a personas sin tener en cuenta sus motivaciones y las emociones que genera cada puesto de trabajo y las interacciones diarias con el equipo…
Después de 4 años como directora financiera me incorporé a la empresa familiar, en el sector de servicios financieros, otro mundo nuevo, otras personas diferentes y nuevos retos… Un trabajo impecable de los fundadores de la compañía junto con mi liderazgo en la creación de un equipo de alto rendimiento nos llevó a un proceso de expansión y crecimiento muy exitoso y a mi a ser Directora General de la compañía que gestionaba ya 150 millones de € y tenía 360 empleados. A mis 35 años, la responsabilidad de liderar el negocio, dos bebes a los que cuidar y educar y un divorcio en la mochila, me proporcionaron la presión necesaria para seguir invirtiendo energía en mi desarrollo personal y en buscar la fórmula del trabajo exitoso y la estabilidad personal y familiar al mismo tiempo.
En 2010 hice un proceso de cambio accionarial (MBO) en la empresa, mis padres vendieron y yo me convertí en accionista al 20% de la empresa con otro socio inversor. Nuevos retos, diferentes objetivos estratégicos y mucha presión hicieron el resto… Por recomendación de un muy bueno amigo inicié un proceso de gestión del cambio con un buen coach corporativo y esto me cambió… me cambió a mi, al equipo directivo y a toda la compañía…
Entendí que las empresas tienen alma, que el equipo es un ente vivo, con emociones grupales. Que la cultura de la empresa no es la que quiere la dirección que sea, es aquello que realmente flota en el aire de la compañía, es aquello que todos saben pero que no dicen… es el ánimo de todos y cada uno de sus componentes y el alma conjunta del equipo… Si como líder no gestionas la cultura corporativa, estas muerto…
Vi el potencial que puede aportar la gestión emocional a las organizaciones y por ello después de la venta de mis acciones y salida de la compañía en 2015 decidí dedicarme a la formación, coaching ejecutivo y el desarrollo del liderazgo corporativo. Yo he sido feliz en la empresa, en el momento que he sentido que mis objetivos eran los mismos que los de mi entorno. El objetivo común une pero ¿Qué pasa si estamos en una organización donde no hay un objetivo común? Dónde nunca hemos podido hablar de ello, dónde los objetivos vienen impuestos, no se sienten como propios, las disfunciones aparecen cada día, sin parar, hay un desgaste de energía enorme y los líderes viven desgastados siempre apagando fuegos, y no entendemos porqué…
Ahora me dedico a ayudar a equipos directivos a alinear los objetivos empresariales con los objetivos personales y los objetivos del equipo. Cuando se consigue la potencia que se obtiene como equipo es imparable. Yo le llamaría magia… Yo lo viví en mi propia piel, conseguimos 5 años seguidos de crecimientos por encima del 25%, el liderazgo del sector en España y una rentabilidad envidiable… Nuestra política de personas era un ejemplo a seguir, la persona estaba en el centro del sistema y se invertía en el desarrollo de los miembros del equipo, que aprendían cosas nuevas cada día y rebosaban motivación. También viví la posterior crisis y la dificultad de retomar la senda del éxito cuando el equipo ya no visualizan el objetivo final… La tarea fácil de dirección aquí es cambiar al equipo, pero si crees en las personas y en la posibilidad de cambio hay otras opciones mucho más sanas y eficientes para la compañía, alinear y acompañar a los equipos en el cambio.
Creo totalmente en el desarrollo del talento humano, en el crecimiento coherente y alineado de las empresas junto con las personas que forma parte de la organización, creamos sistemas sanos, equilibrados y rentables para todos sus miembros y para toda la sociedad.
Tantos directivos me dicen, es imposible ser feliz en la empresa… tantos equipos compiten en lugar de cooperar y tanta gente sigue quemada en sus puestos de trabajo sin aportar nada, ni a ellos ni a la empresa. Yo creo que esto se puedo cambiar, lo creo porque lo he visto, ¿tu lo crees? No te lo preguntes más, ¡ pruébalo !
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